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VIOLETA LO RE RECORDO A RICARDO FORT A UN AÑO DE SU MUERTE.

VIOLETA LO RE Y RICARDO FORT.
Ricardo Fort, un rey por momentos y un niño absolutamente vulnerable por otros no dejó sensaciones por vivir en su corto tránsito por este camino.
En una típica mañana de verano en Miami con una escasa brisa caliente, una humedad que llegaba hasta los huesos y un reloj que marcaba las diez treinta aproximadamente, colgado en la pared de la cocina de un tres ambiente súper moderno, comienza a escucharse una conversación que poco a poco iba acercándose a la temperatura del entorno.
Era ni más ni menos que uno de los tantos monólogos del excéntrico millonario que mantenía telefónicamente con una empleada de un banco con el que manejaba sus cuentas. Resulta que en el viaje ese banco había cancelado su tarjeta de crédito “Black” por falta de fondos. Es que desde Buenos Aires había un encargado en depositar semanalmente una X cantidad de dinero y en esos días lo había olvidado. Así la empresa bancaria no le permitía acceder a sus habituales y extravagantes compras.
Con la aorta al borde del estallido, la cara de un color rojo fuego, casi sin respirar y sin puntos ni comas, entre un rosario de frases surge la más fuerte de todas: “Esto es una monarquía y acá el único que tiene derecho a hablar soy yo”. No pasaron cinco minutos cuando decide acabar con semejante discurso, cortar la conversación, mirar hacia arriba y comenzar a reír a carcajadas. “Pobre piba!!! No tenía nada que ver… buoo,me salió así” comentó Ricardo en ese instante cuando da cuenta que la ira provocada por falta momentánea de recursos le había ganado a sus emociones.
Así, entre caprichos, enojos, aciertos y errores transitó el último período de su vida. A casi un año– 25 de noviembre de 2013 - de su despedida física, con gran ambivalencia entre el público respecto a su persona, Ricardo Fort era un hombre por momentos de mucho carácter, temperamento y obsesivo. Y por momentos tierno, amable y por sobre todas las cosas absoluta y completamente vulnerable, como buscando permanentemente la aprobación y el amor que, según él, nunca tuvo y nunca iba a tener. Como si supiera que su destino estaba marcado con fecha a corto plazo.
Seguramente cada uno de su reality funcionaron para él como una especie de anhelo de lo que querría vivir en realidad. Quedan de esa manera plasmados momentos de diversión, alegría y felicidad, algo que en lo más profundo de su corazón sabía que era tan solo una ilusión. Tal vez, haya encontrado la paz, el amor y la felicidad en donde quiera que esté y personalmente es mi mayor deseo porque luego de semejante despedida uno se queda siempre con lo bueno.
Encontrar la felicidad y el amor eterno dista mucho de hallarse por medio de abundancias materiales. Algunas personas pasan su vida entera tratando de sentir aunque sea un instante de aquello que pareciera inalcanzable. El ser humano no agota su capacidad de disconformidad absoluta. Como dijo Daniel Defoe: “Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos, procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos”.
Y creo oportuno rescatar un aprendizaje que, por más cursi que parezca, se resume en una frase que llega de una u otra manera a todo el mundo: “Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan” esta es la frase de Emile H. Gauvreay. Considero que si bien Ricardo tenía y podía gastar en lo que quería, tenía bien en claro que lo esencial para su vida era invaluable.
Hasta la próxima “Chiquito grandote".

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