LEONARDO SIMONS. |
Su actitud provocó de inmediato la reacción de varias personas que rápidamente intentaron evitar que concretara su determinación, e incluso una de ellas logró inmovilizarlo unos segundos aferrándolo del jean que llevaba. Sin embargo, tras gritar “¡No me salven”!, Simons aflojó su cinturón -por lo cual quien trataba de retenerlo se quedó con sus pantalones- y cayó en calzoncillos sobre el piso de un patio interior, después de golpear contra una pared. Frente a la pantalla, el alto y rubio Simons era sinónimo de sonrisa fácil y optimismo a toda prueba. Tenía a su favor una capacidad natural para actuar frente a las cámaras y una clara conciencia de sus limitaciones. Así tuvo éxito y popularidad, pero jamás pudo salir de un modelo de programas de entretenimiento liviano, sazonados con premios o con preguntas y respuestas. Toda la carrera de Simons tuvo ese signo, desde sus comienzos en Canal 13, a fines de los años 60, con “Feria de la alegría” y “La campana de cristal”, hasta el final en Telefé con “Ta te show”. Pero si hubo una camiseta a la que Simons entregó fidelidad, fue la de Canal 9, emisora a la que el estilo del malogrado animador le caía como anillo al dedo. Allí permaneció entre 1970 y 1991, primero con “Música en libertad” y después al frente de los programas ómnibus del fin de semana (“Sábados de la bondad”, “Feliz domingo”, “Finalísima”).
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