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A 5 AÑOS DEL ASESINATO DE FACUNDO CABRAL.

FACUNDO CABRAL.
Este sábado 9 de julio se cumplen cinco años del asesinato en Guatemala, por un lamentable error, del cantautor Facundo Cabral, por parte de dos hombres que lo confundieron con el empresario contratante del artista en aquella nación, un nicaragüense de nombre Henry Fariñas, aparentemente por un conflicto relacionado con el narcotráfico.

Paradójico final para un artista que en sus canciones evocaba valores tan preciados como la paz y el entendimiento entre la gente, y que se hacía portavoz de la palabra siempre unificadora de la Madre Teresa de Calcuta,

Martin Luther King , Mahatma Gandhi, Jesucristo y el Dalai Lama. El hombre que irrumpió a la popularidad en 1970, autodefiniéndose como ciudadano del mundo en su emblemático tema ''No soy de aquí, ni soy de allá'', no merecía un final tan absurdo y abrupto.

Nacido el 22 de mayo de 1937, en la ciudad portuaria argentina de La Plata, no tuvo una infancia fácil, pues dejó su hogar muy pronto y se dedicó a realizar todo tipo de tareas. Atraído por la música, aprende a tocar la guitarra y en 1959 viaja a Mar del Plata, donde obtuvo trabajo como cantante en un hotel. Con el tiempo, se dio cuenta que lo suyo era dar su testimonio de la vida en canciones, en poemas o en una simple charla, y de esta manera surge su particular estilo de presentarse en los escenarios.

El éxito le llega, como ya dijimos, con su canción ''No soy de aquí, ni soy de allá'', que dio a conocer con fuerza internacionalmente y que luego fuera grabada por astros de la talla de Alberto Cortez, Julio Iglesias, Neil Diamond y Pedro Vargas, entre muchos otros. De ese tema se han registrado versiones en nueve idiomas.

En 1976, fichado en la lista negra por la dictadura argentina, se exilia en México, desde donde continúa componiendo y peregrinando hacia otras latitudes. Cuando se restablece la democracia en su país, vuelve en 1984. Sus compatriotas le dan una calurosa bienvenida en todos y cada uno de los multitudinarios conciertos que ofreció Y así fue siempre, hasta el momento de su muerte.

Decía que Walt Whitman, Jorge Luis Borges, Gilbert Keith Chesterton, Octavio Paz y Juan Rulfo eran sus influencias literarias fundamentales.

Cantante, compositor, escritor y dibujante, enfocaba su obra en relatar los pasajes de su vida, lanzar coplas del amor y resaltar la sabiduría de los adultos mayores. Recorrió el mundo hablando del valor de la libertad y la crueldad de las injusticias, valiéndose para ello de la sátira política.

Lo conocimos en 2009, pues tuvimos el privilegio de manejarle la prensa en la última de las numerosas visitas que a lo largo de su carrera hizo a Venezuela.

Era un hombre afable, sencillo, conversador y muy ocurrente. Decía las cosas más graciosas sin inmutarse y utilizando un inteligente y a veces vitriólico sentido del humor. Se presentó en un concierto multitudinario en el Aula Magna de la UCV, para luego seguir a Maracaibo y San Cristóbal, ciudades en donde tuvo la misma entusiasta acogida que en la capital.

Solía recordar en sus conversaciones la primera vez que vino a nuestro país, en 1972, contratado por el desaparecido animador y productor Renny Ottolina.

“Él me regaló un país, le estoy muy agradecido, nunca vi a un conductor como él. Tuvo la gentileza de hospedarme en el Tamanaco. En esa etapa canté por toda Venezuela”.

El trovador murió cuando el vehículo en el que viajaba hacia el aeropuerto de Ciudad de Guatemala fue baleado en un episodio en el que también resultó herido su promotor, el nicaragüense Henry Fariña, quien conducía el auto.

Un tribunal condenó a 53 años de prisión a los dos autores materiales por los delitos de “asesinato, encubrimiento propio y asesinato en grado de tentativa”.

Facundo Cabral, según sus propias palabras, era un ser “más de historieta que de la farándula”. Y también fue, agregamos nosotros, un trovador fuera de serie que dejó en sus canciones un consistente legado para la posteridad.

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