JORGE LUIS BORGES Y ALBERTO OLMEDO. |
Dos siglos deben atravesarse para encontrarse con el día que nació Borges, en 1899. Considerado uno de los mejores autores argentinos de la historia, y uno de los más importantes a nivel mundial, es reconocido por sus cuentos, ensayos y poemas, por los temas que toca, manifestando universalidad en las particularidades, y por sus conocimientos sobre mitología, semiología, filosofía, matemáticas e idiomas, por nombrar sólo algunos de sus saberes. La fama que lo acompañó en vida, reconocimiento de su trabajo, nunca alcanzó a su genio, tan difícil de descifrar como hipnotizante. “Leer las obras de Jorge Luis Borges por primera vez es como descubrir una nueva letra en el alfabeto, o una nueva nota en la escala musical”, dijo la BBC de Londres en un artículo hace algunos años.
Olmedo, en tanto, llegó a este mundo en la ciudad de Rosario, en 1933. Se transformó en el actor cómico argentino por excelencia tras llegar como operador a Canal 7 en 1955 y, desde adentro, hacerse conocido en el ambiente por su capacidad de improvisación y hacer reír al universo que tenía en frente. Se dice que sus mejores escenas eran las que no estaban escritas en ningún guión, porque la hoja en blanco, ese mundo de posibilidades, era la fuente de inspiración para su talento, tan natural que nunca pudo ser igualado. Realizó más de 40 películas y estuvo al frente de muchos programas televisivos. Sin embargo, su magia no hace pie en la estadística, sino en el hecho de haber dejado una marca imborrable en los corazones de los argentinos
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