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"CIRO Y LOS PERSAS" SE PRESENTARON EN EL LUNA PARK.

CIRO Y LOS PERSAS.
No hay duda alguna que Andrés Ciro Martínez clavó su daga en dos generaciones. Ni siquiera hace falta repasar su historia en “Los Piojos”; alcanza con decir que musicalizó la vida de miles de personas que atravesaron la etapa más crítica, irracional y atrevida del ser humano, la adolescencia, escuchando sus composiciones desde Chactuchac hasta Civilización. Ese “último ritual” del Estadio de River que sentenció la separación definitiva de la banda no parecía estar tan cerca del Ciro de anoche, o del de diciembre de 2012 en el Luna, menos aún del de “Viaje al centro de la luna”.
Atravesar generaciones es lo más importante que puede tener un artista. Ciro empezó a caminar por ese camino. Ya saltó la verja, su dirección parece ser esa. Pero necesitó sentir hambre para hacerlo. Y no porque no tuviese para comprar un plato de comida. La bronca fue la usina del apetito para poder barajar y dar de nuevo. Esta vez no tuvo que sacar los pies del barro pero arrancó desde los cimientos para armar una nueva banda que luego llamaría “Los Persas” y para realizar la composición de su primer disco solista: “Espejos”.
Con “27” – su último material editado en 2012 – Ciro inyectó el germen de su nuevo ritual. Más prolijos como banda, con cierta independencia musical pese al inevitable imperio “piojoso”, inquietos, aventureros y maduros, “Ciro y Los Persas” empieza a tamizar en sus conciertos algunos temas que mueven a la masa del mismo modo que “El Farolito”, “Ruleta” o “Desde lejos no se ve”, algunas de las canciones que tocaron anoche en la primera velada de una sucesión de cinco recitales que darán en el mítico microestadio porteño. “Astros”, tema de apertura de “27”, dejó el trono inaugural para meterse en los bises, del mismo modo que lo había hecho previamente “Mírenla”.
Fue una noche con rock, con algunos acordes de reggae, funk, candombe y hasta tango, éste último, cuando Ciro compartió el escenario con los hermanos Jorge y Juan Cardone, en “Tango del diablo”. Párrafo aparte tuvo la emotiva aparición de un grupo de ex combatientes de Malvinas con sus familiares durante el tema “Héroes de Malvinas”, donde Andrés hizo un dueto con su público, para luego hacer un extracto del Himno Nacional Argentino con la armónica.
En los conciertos de Ciro empiezan a convivir con naturalidad la generación “piojosa” con la “persera”. Esos adolescentes que hicieron de “Los Piojos” una de las bandas más importantes del rock nacional coreaban y compartían sonrisas cómplices con sus hijos que sentaban en sus hombros. Fue todo muy familiar. Es un poco lo que Ciro hoy transmite cuando se para con sus dos hijas a tocar y cantar canciones como “Me gusta”. Asimismo, jóvenes que hicieron el paso inverso: entendieron a “Los Piojos” a través de “Los Persas”. Quedan cuatro noches más de un espectáculo que no deja de lado lo actoral y que promete marcar una bisagra importante para el futuro de una banda que se permitirá desandar largos caminos y, quién dice, mantenga viva una historia y hasta elija su propia aventura.

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