NINI MARSHALL. |
Marina Esther Traveso (no Traverso, como aseguran las plaquetas recordatorias y las publicaciones de archivo) paría sus marionetas en el sentido más profundo del verbo: “He sufrido mucho cada presentación. Aún cuando hiciera mis probados personajes, era un acto de amor y de dolor. Un parto”, se sinceraba. Hoy es su única hija, Angelita Edelman de Abregó, quien se encarga de mantener encendido aquel fuego: “Hay hoy mujeres humoristas, está Maitena, está Gabriela Acher, pero mi madre fue otra cosa. Yo digo que más que pionera, ella fue una atrevida”.
“Lo que está vacante es la mujer que junta todos los rubros. No dejó pie con cabeza. Podrá venir algo distinto, o mejor, pero lo de ella fue irrepetible”, se entusiasma Lino Patalano, quien en los 70 la convenció para que regresara al teatro. “Era una fiesta cada vez que nos recibía esa mujer tan fantástica. Un día quisimos convencerla de que volviera al teatro y se tomó su tiempo. Fue a ver espectaculos de todo tipo y un día nos muestra algo que había escrito en los 40. Así hicimos Y se nos fue redepente , un humor negro atroz que combinaba todos sus personajes”, evoca. Y las flores siguen: “A partir de ahí empezó una relación que sigue viva de alguna manera. Ella está acá, sigue acá, y es lo mejor que me pasó. Generosa, completa, si hasta se armaba los dientes postizos para salir a escena”.
Cantante, actriz, escritora, dibujante, periodista, sus marionetas de “carne y güeso” -como diría Catita- ametrallaban con un humor tierno y limpio, pero no por eso light . “Era una provocadora que no usaba malas palabras pero tenía un doble, un cuarto y hasta un quinto sentido, que eran peor”, grafica Patalano.
En 15 años de homenajes hubo libros biográficos, discos, un documental, un teatro con su nombre, aunque, se queja su hija, no una calle: “El anteaño en Puerto Madero se hizo un concurso para bautizar a una calle. Niní sacó el máximo de los votos, pero finalmente la legislatura decidió bautizarla Camila. Sería justo que se haga justicia”, juzga Edelman. Y admite: “Recién ahora yo voy dándome cuenta de su magnitud, porque ella supo separar su vida privada de la pública, para mí era simplemente mi madre, tan normal, tan mamá, sin divismo y tan tímida”.
Con casi 40 filmes como patrimonio nacional del humor femenino, y con la misma cantidad de premios y reconocimientos mundiales, Marina demostró ser muchas mujeres dentro de una: antes de las desopilantes y desmesuradas Catita, Cándida, Doña Pola, La niña Jovita o Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunsuet Crostón, fue la filosa Mitzy (su apodo como periodista) detrás de la que escondía la filosa pluma de la sección Alfilerazos en la revista Sintonía . Como cantante de radio fue Ivonne D‘arcy y hasta la “asesina” del idioma”, según el gobierno de Pedro Ramírez, acusación por la que fue proscripta. Pero la puerta que se cerró en su país la agigantó aún más en México y la elevó a figura lationoamericana.
Mañana el canal Volver pondrá en pantalla, entre las 13 y las 20, un maratón de sus películas (entre ellas, la infaltable Catita es una dama ). Más de uno podrá leer en esas imágenes a la Argentina del siglo XX, con sus inmigrantes, sus nuevos ricos y su oligarquía. Pero sobre todo, el noble cometido de Niní estará, una vez más, cumplido: Sentí la intercomunicación de amor que siempre existió entre mi público, mis personajes y yo. La popularidad me posibilitó hacer algo por los otros, siendo modestamente útil a quienes luchaban para evitar el dolor.
Resucitada, Niní ahora es eso. Nada menos. La risa de los otros, eternamente dilatada.
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