Mientras tanto, en el Instituto del Diagnóstico de Barrio Norte, el tiempo se agotaba para Sandro, de 64 años, quien esperaba desde hacía ocho meses un doble trasplante de corazón y pulmones, y estaba primero en la lista de emergencia del Incucai.
Según el doctor Sergio Perrone, uno de los encargados de trasplantar al ídolo, "no había otro donante mejor para Sandro". Era delgado, de contextura mediana y gozaba de buena salud física.
Su madre, una profesora de francés casada con un cardiólogo, declaró: "Mi hijo no pudo aprender a vivir pero pudo ayudar a que otros lo hagan".
El joven padecía desde niño un trastorno esquizofrénico, pero comenzó a manifestarse en su adolescencia. Este tipo de trastornos mentales crónicos afectan alrededor del 1% de las personas y producen alteraciones en la percepción o en la expresión de la realidad y, en consecuencia, dificultades para mantener conductas motivadas y una casi inevitable disfunción social.
"Fue una decisión mía y por supuesto su papá también estaba de acuerdo", explica la madre a la revista Caras al referirse al momento en que aceptaron donar los órganos de su hijo.
"Una vez confirmado que los órganos servían, su corazón y sus pulmones fueron para Sandro; y el hígado, para una mujer de 25 años que también estaba en emergencia nacional", explica la madre.
Esta mañana, los médicos que asisten a Sandro en Mendoza resolvieron intubarlo momentáneamente para "limpiar secreciones en el pulmón", pero aseguraron que "no significa ningún retroceso".
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