A pesar del terrible momento que atraviesa, Mariano Martínez intenta sostener una rutina diaria que los aleje del dolor. Temprano en la mañana suele salir con su auto y no regresar hasta pasado el mediodía. Cuando el sol comienza a caer recibe a su novia Juliana Giambroni, pasea a la perra maltesa que en 2007 encontró abandonada y la adoptó haciéndole un sitio en su departamento de Colegiales. Luego, recibe a cuatro amigos entre los cuales está Tuta Torres, su personal trainer con quien dejó de entrenar como lo hacía a diario en el gimnasio de Martínez. Sus vecinos relatan: “es un chico macanudo y cordial. Cada vez que se cruza con alguno de nosotros se para a charlar aunque lo mate la tristeza. (...)
"Siempre nos comenta que lo angustia la persecución de los papparazzi y es por eso que nos solidarizamos con él y le avisamos cuando hay guardias periodísticas.” Así fue el pasado fin de semana, cuando Mariano regresaba de comprar una dotación importante de bananas, tomates, lechuga y algunas frutas a la verdulería más cercana y vio que dos fotógrafos disparaban desde el interior de un auto estacionado. “Se les fue al humo y les recriminó la actitud. Los hombres entendieron y se fueron enseguida”, relata uno de los vecinos del mismo edificio en el que vive el actor. “Él aseguró que iba a alejarse de su profesión por un largo tiempo y aseguró que concluído el caso de su padre y para frenar el acoso de los periodistas considera la idea de irse del país durante un rato largo”, suma otra vecina que asegura haber hablado de esto con Martínez hace cinco días y al finalizar la ronda vespertina con su perra.
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