CHICOS CATOLICOS, APOSTOLICOS Y ROMANOS. |
La obra comienza con la llegada de un ángel encarnado en la figura del portero de la escuela (Tomi Munaretto), quien tiene la misión de convencer a cuatro chicos para que tomen la Primera Comunión con los demás compañeritos del curso.
La historia se compone de una sucesión vertiginosa de conversaciones —a veces en clase, a veces en el recreo— entre los alumnos, el portero y los maestros de la escuela. En ellas se evidencian, por un lado, las dudas y los planteos con respecto a la religión mal entendida, a los pecados, al Cielo, al Infierno, y por otro, las preguntas propias de la edad en torno a la sexualidad y otros tabúes, que llevan a situaciones propias del teatro del absurdo o del grotesco.
Crecer implica angustias y también se evidencian en el bullying al chico gordo (Imanol Rodríguez), la burla al chico que va a ser gay cuando madure (Marco Gianoli), al que tiene una visión inocente del mundo (Santiago Caamaño), al que nunca entiende nada (Juan Manuel Artaza) y al portero por ser de una extracción social diferente.
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